Los Métodos del Padre
Gregory Bodine
Siendo que tenemos un mandato claro de enseñar y un mensaje divino para impartir, ¿cómo podemos, día a día, poner esto en práctica? Me gustaría sugerir cuatro maneras.
Devocionales Familiares. Primero y más importantemente, creo que Dios quiere que dirijamos un tiempo devocional con la familia diariamente. Sea que dispongas de cinco minutos o treinta, puedes hacer algo significativo con tus hijos. Por ejemplo, nuestra familia hace lo siguiente:
Lee un Capítulo. Nosotros leemos un capítulo de la Biblia en voz alta. Leer la Biblia es la primera etapa de enseñarla. Sólo requiere unos cuantos minutos cada día, y no tienes que conocer la Biblia para empezar. Te garantizo que tus brillantes hijos instruidos en el hogar te harán muchas preguntas.
En 15 años nosotros habremos leído la Biblia completa tres veces o quizás más, poniendo así un fundamento de conocimiento Bíblico básico para toda una vida.
Nuestra familia sigue también un programa radial con el Dr. J. Vernon McGee–“A Través de la Biblia.” Un programa que enseña sistemáticamente toda la Biblia en cinco años.
Si por el momento no estás haciendo algún tipo de devocional familiar, ¿por qué no leer por lo menos un capítulo?
Repasa tus Doctrinas. Nosotros procuramos pasar unos minutos aprendiendo un catecismo. Hay varios buenos que ayudan a aprender los mandamientos y doctrinas claves de la Biblia. Puedes ampliar o combinarlos o desarrollar el tuyo propio.
•Canta un Himno. Nosotros cantamos un himno. Nuestra familia se ha enamorado de los grandes himnos de la fe. Son ricos en verdades Bíblicas y en hermosas expresiones de adoración. Además, el canto es una manera efectiva y agradable de aprender, repasar, y proclamar verdad Bíblica y adorar a Dios.
Si aprendemos un himno nuevo cada mes y practicamos los que ya hemos aprendido, podemos ayudar a que nuestros hijos asimilen 50 o 100 himnos. Esto será un tesoro para toda la vida.
Oren Juntos.
A la Hora de Comer y a la Hora de Ir a la Cama. Además del devocional familiar diario, pudieran considerar algunas otras ideas.
Pasaje de Memoria a la Hora de la Comida. A nuestra familia le gusta empezar cada comida con un pasaje de memoria. A los niños les encanta memorizar y repetir lo que saben. (Nosotros inventamos también tonadas y ademanes para ayudar a nuestro aprendizaje.) Esta práctica regular nos ayuda a tener más o menos 20 pasajes claves frescos en nuestras mentes y también hace que nuestra conversación en la mesa empiece con temas espirituales.
Un Salmo y un Proverbio Cada Día. Buscamos incluir todos los días la lectura de un Salmo y un capítulo de Proverbios.
Un Salmo diario nos ayuda a alabar y orar.
Un Proverbio diario ahuyenta las necedades.
Historia Bíblica y Canto a la Hora de Dormir. Si hemos terminado todas nuestras otras lecturas antes de dormir, les encanta a nuestros hijos leer una historia Bíblica de La Biblia Ilustrada.
Conversación y Enseñanza. Enseñamos a nuestros hijos mediante la conversación continua acerca de Dios y su Palabra. El pasaje en Deuteronomio capítulo seis dice lo siguiente:
“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos (Deuteronomio 6:4-7a).
Nosotros, los padres, necesitamos amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, alma, y fuerza y tener los mandamientos de Dios en nuestros corazones antes de que los enseñemos a nuestros hijos. Cualquiera otra cosa sería hipocresía; nuestros hijos lo sabrán y lo rechazarán.
Cuando yo amo al Señor y tengo sus mandamientos en mi corazón, entonces puedo enseñárselos más eficientemente a mis hijos. Este es el tiempo de instrucción “formal” cuando nos sentamos y vamos viendo sistemáticamente una porción de la Palabra de Dios con nuestros hijos. Necesito un plan y un tiempo definido para hacer funcionar ese plan.
Un tiempo de estudio Bíblico con nuestros hijos es parte, pero no todo, el programa. Necesitamos establecer al Señor como centro de nuestro hogar y hablar de El durante todo el día. Algunas de las experiencias educativas más eficientes ocurren durante el curso de la vida cotidiana si las buscamos.
El pasaje en Deuteronomio continúa: “Y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas” (Deut. 6:7b-9).
Debemos poner la Palabra de Dios en todo nuestro alrededor. ¿Por qué no colgamos cuadros de la Escritura o posters en las paredes?
Estudio Bíblico Personal. También debemos enseñar a nuestros hijos cómo estudiar la Biblia por sí mismos. Nuestra meta suprema es enseñarlos y entrenarlos para que sean cristianos adultos enteramente preparados y maduros. Cuando se vayan de la casa, queremos que puedan estudiar la Palabra de Dios solos por el resto de su vida.
En muchas sentidos, el estudio de la Biblia es como el estudio de cualquier otro libro. Uno necesita leer con comprensión, analizar, comparar, seguir la trama de la historia o el argumento del maestro, reflexionar, y llegar a conclusiones. Todas estas habilidades de lectura ayudan en el estudio de las Escrituras.
Cuando nuestros hijos aprenden a escribir, les damos una libreta para meditaciones diarias para su propio estudio. Buscamos cultivar el hábito del estudio Bíblico diario en sus vidas. Ciertas preguntas claves de estudio pueden ser usadas para descubrir el significado de cualquier capítulo de la Escritura:
•¿Cómo resumirías el pasaje en un párrafo corto?
•¿Quién, qué, cuándo, dónde, y cómo?
•¿Qué aprendiste acerca de Dios?
•¿Qué aprendiste acerca del hombre?
•Escribe un versículo clave.
Estos son algunos de los métodos para la enseñanza del mensaje de la Palabra de Dios.
El tiempo es corto. La ventana de oportunidad para criar a nuestros hijos se cierra rápidamente. Nuestros hijos crecen tan rápidamente y pronto se van. Nuestra oportunidad pronto se acaba.
Papá, no pierdas tu mandato. Debemos enseñar la Biblia a nuestros hijos, y lo podemos hacer. Dios nos ha dado su gracia y dirección para hacerlo.
“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor (Efesios 6:4).
Leave a Reply