Home 2024 octubre 22 Jóvenes varones, preparándose para la vida

Jóvenes varones, preparándose para la vida

Jóvenes varones, preparándose para la vida

Por Israel Wayne.

“Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.” (1 Timoteo 4:12)

“¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.” (Salmo 119:9)

Vivimos en una cultura que procura afeminar a los hombres jóvenes. Rara vez se alienta a los jóvenes varones a ser líderes en sus hogares, en sus iglesias y en la sociedad. Conforme los padres se esfuerzan en criar a sus hijos varones en la disciplina y amonestación del Señor, pudiera ser útil hacer una lista para ver cómo se comparan estos líderes futuros con la norma bíblica.

Debe ser irreprensible y tener un buen testimonio.

Para ser “irreprochable” el hombre joven debe tener una reputación de Teflón®. Aunque haya personas que busquen hacer acusaciones en contra de su carácter moral, él deberá vivir de tal manera que nada se le adhiere. Hemos de vivir de tal manera delante de los demás que aunque murmuren de nosotros o procuren difamarnos, ellos puedan ver nuestras buenas obras y glorifiquen a Dios (1 Pedro 2:12). Debemos tener “palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros” (Tito 2:8).

Debe ser “Hombre de una Sola Mujer”

Aun antes de casarse, debe estar demostrando su disposición a guardar su corazón solamente para la mujer con la que se ha de casar. Si desde que es un adolescente, tiene el deseo de dar sus afectos a una gran cantidad de mujeres, puedes estar seguro de que ¡no le será fácil romper ese hábito más adelante en la vida! Él deberá estar resuelto a mantenerse puro emocional y físicamente hasta el día en que se case con aquella que será su pareja para toda la vida. La fornicación, la inmundicia, el hablar obscenidades, el imaginarse cosas impuras, no tienen lugar en la vida cristiana (Efesios 5:3-5, Proverbios 6:18). La mejor manera para que un hijo desarrolle un corazón puro, es observando la devoción de todo corazón de su padre para con su madre. “Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos” (Proverbios 23:26).

Debe tener dominio propio.

“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8). La templanza es un fruto del Espíritu Santo o una evidencia de que Dios vive en su vida. Debe aprender a controlar su cuerpo (Gálatas 5:16, 24), sus ojos (Eclesiastés 2:14, Job 31:1, Mateo 6:22-23), su boca (Santiago 3, Proverbios 10:11-32, Proverbios 29:20) y su mente (Isaías 26:3). La falta de dominio propio le resultará en pobreza extrema y en relaciones rotas durante toda su vida. Uno de los mejores remedios para la falta de dominio propio es el ayuno bíblico. Le da al espíritu una decisiva ventaja sobre la carne.

Debe ser respetable y de buen comportamiento.

Toda jovencita quiere casarse con un caballero. Ella desea un marido con buenos modales y que se comporta en forma honorable y siguiendo buenos principios. Los hombres jóvenes no deben ser groseros ni impropios en ninguna manera. Deben respetar a los demás, tratando a los hombres mayores como a padres, a los hombres jóvenes como hermanos, a las mujeres ancianas como a madres y a las mujeres jóvenes como a hermanas (1 Timoteo 5:1-2). La mejor prueba para saber si un hombre joven tiene la victoria en esta área es observarlo cuando está con sus hermanos y hermanas. Todos pueden aprender a ser corteses con la visita, pero la mayoría de los hombres bajan la guardia cuando están con la familia. Él, probablemente no va a tratar mejor a su esposa de lo que trata a sus hermanas.

Debe ser hospitalario.

¿Cómo se comporta el joven cuando llegan visitas a la casa? ¿Se escabulle y se va a su cuarto, ignorando a las visitas? ¿Se rehúsa a hablar con ellas mientras habla entre dientes para sí mismo y mira a sus zapatos? ¿Disfruta servir y ayudar a otros? Una característica de un buen líder es que te ve a los ojos, habla con claridad y conversa de manera inteligente. Conforme surgen las oportunidades, enfrenta cada situación con el deseo de lavar los pies de los santos.

La raíz de la hospitalidad es amar a tu prójimo y estimarlo como superior a ti mismo. En el contexto de tu familia habrá muchas oportunidades para demostrar esta cualidad de carácter.

Debe ser capaz de enseñar.

Debe ser capaz de comunicar la verdad tanto en forma oral como escrita. Esto es fundamental para todo líder. Debe ser “retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen” (Tito 1:9). Un joven debe ser capaz de enseñar a sus hermanos menores, o a niños más pequeños. El ingrediente principal para ser un buen maestro es, sin duda, ser un buen aprendiz. Si no sabe recibir instrucción o corrección teniendo una actitud
correcta, tampoco podrá darla de buena manera. Por ahora debe estar dispuesto a aprender. Más adelante tendrá oportunidades para enseñar.

Debe ser paciente.

El joven que es impetuoso vendrá a la ruina. “Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la
abundancia; mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza” (Proverbios 21:5). Se requiere paciencia para esperar por una esposa, para operar un negocio (entendiendo que se requiere irlo haciendo crecer poco a poco), para relacionarse con las personas (especialmente
una esposa e hijos), y para muchas otras disciplinas de la vida. En 1 Timoteo 6:11 se nos recuerda que debemos seguir o procurar ser pacientes. No es algo que alcanzamos de la noche a la mañana. Debemos esforzarnos en desarrollar paciencia. Esta será uno de las primeras y más largas batallas
que todo joven deberá enfrentar. Únicamente con oración y diligencia podrá obtener este fruto.

Debe ser sincero y honesto.

¿Dice la verdad, aun cuando ésta le perjudica? (Salmo 15) ¿Anda delante de ti con la cara descubierta, sin
esconder nada? Qué testimonio ser como Natanael, “en quien no hay engaño” (Juan 1:47). El renombrado conferencista Ken Davis frecuentemente exhorta a los jóvenes varones a vivir sin “Nada que esconder, nada que probar, nada que temer y nada que perder.” Esta no es una exhortación a vivir imprudentemente, sino a vivir justamente, entendiendo que cuando nos consagramos a Dios, tenemos todo que ganar y nada que perder. Podrás dormir tranquilamente y tener dulces sueños sabiendo que tu conciencia está limpia delante de Dios y de los hombres (Proverbios 3:24). Por el lado negativo, el Salmo 55:23 dice que los hombres engañadores no llegarán a la mitad de sus días. ¡Enfatiza esta verdad, si quieres que tu hijo pase de los 40 años!

“La juventud es la semilla de la edad adulta, es la temporada para ser moldeado en el breve espacio de la vida humana, es el momento decisivo en que se define lo que será la historia del hombre.” J. C. Ryle

Debe ser probado y rendir cuentas.

A la gente le gusta rehuir el tener que rendir cuentas. No nos gusta que otros se metan en nuestras vidas. Es raro encontrar a un joven varón quien está adecuadamente sujeto a la autoridad de Dios. Para ser discipulado es necesario ser instruido por hermanos mayores en la fe. Todo Timoteo necesita de un Pablo. La madurez deseada en la vida del joven no ocurre de la noche a la mañana. Requiere de muchos años de instrucción. El joven varón que todavía es inmaduro en la fe no debe ser aprobado para una posición de liderazgo. “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:14-15).

Debe ser justo y recto.

Es fundamental que tenga un sentido apropiado de lo que es la justicia divina. Debe poder tomar decisiones basadas en los valores absolutos de la Biblia, no meramente en sus preferencias personales o en sentimientos humanos. Debe aborrecer lo malo y aferrarse a lo bueno (Romanos 12:9). Todo aquel que está fungiendo como pastor, ya sea para su familia o para otros creyentes, debe ser un líder-siervo. No debe aprovecharse de la gente ni “enseñorear sobre ellos” (Lucas 22:25-27). Las pesas falsas y las medidas falsas son una abominación al Señor (Proverbios 20:10). Debe anhelar la verdad en lo íntimo de su ser (Salmo 51:6).

Debe ser disciplinado.

El poder auto-gobernarse es vital para el hombre piadoso. Debe tener dirección y una visión clara para el camino que escoge seguir. Necesita saber cómo hacerse responsable de sus actos. Cuando el joven le pasa la culpa a otro, trata de evadir sus deberes y responsabilidades o rehúye el trabajo y el comprometerse, es demasiado inmaduro como para tenerle confianza. “La gloria de los jóvenes es su fuerza” (Proverbios 20:29). “Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud” (Lamentaciones 3:27). Los jóvenes varones deben estar dispuestos a trabajar y a cumplir con lo que se comprometieron a hacer. Si no son capaces de disciplinarse a sí mismos, entonces los padres lo deben hacer por él hasta que la instrucción sea asimilada y practicada. “Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza y no dejes que tu alma se detenga por causa de su llanto” (RVG Proverbios. 19:18).

Debe estar vestido de humildad.

“Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (1 Pedro 5:5). El joven debe estar dispuesto a admitir que todavía le falta mucho por aprender. “Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo” (1 Corintios 8:2). Debe darse cuenta que la norma para él, debe ser guardar su lengua en presencia de personas de mayor edad y experiencia. “Yo soy joven, y vosotros ancianos; por tanto, he tenido miedo, y he temido declararos mi opinión. Yo decía: Los días hablarán, y la muchedumbre de años declarará sabiduría. Ciertamente espíritu hay en el hombre, y la inspiración del Omnipotente le da entendimiento” (Job 32:6-8). Debe saber que cualquier sabiduría que resida en él viene del Espíritu del Omnipotente.

Debe ser santo.

Este es el llamamiento más sublime de todos. La santidad no es algo que hacemos, es algo que somos. De este estado de “ser” santo, provienen acciones santas. La santidad es el estado del corazón del cual fluye todo lo demás. No es algo opcional. “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14). El ser santo es posible solamente si permanecemos en Dios. Solamente su Espíritu nos puede hacer santos. “Sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:15-16).

No debe ser demasiado indulgente.

Ya sea que se trate de comida, recreación o entretenimiento, cosas materiales, o cualquier otra área de la vida, debe manifestar moderación y un control apropiado. “Porque el bebedor y el comilón empobrecerán, y el sueño hará que el hombre vista de harapos” (Proverbios 23:21). En Deuteronomio 21:20, cuando un hijo adolescente era hallado culpable de ser un glotón y un borracho, era sacado fuera y apedreado por los hombres de la ciudad. Ciertamente debemos tomar con seriedad la amonestación bíblica a ser sobrios. Puede parecer cosa pequeña que uno de nuestros hijos no pueda controlar su apetito ni se sujete a los patrones de alimentación establecidos en la familia, pero si no puede controlarse a sí mismo en una área, estará en peligro de ser indulgente en todas las áreas. Un hijo que a escondidas come chocolates entre comidas, puede convertirse en un marido que se detiene en la cantina o en la tienda de pornografía en su camino de regreso a casa. Necesitamos resolver el problema de raíz.

No debe ser violento ni enojarse fácilmente.

En Tito 3:2 se manda a los hombres a no ser violentos, sino “amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.” Nuestra cultura tiene una perspectiva torcida de la masculinidad. ¿Dónde está el equilibrio entre ser “macho” y ser “afeminado”? Se encuentra en poder refrenar y controlar la fuerza. En vez de gloriarse en su fuerza (Jeremías 9:23) debe de usar toda su fuerza para adorar a Dios (Marcos 12:30), no para lastimar a otros (Salmo 11:5). “No escapa el valiente por la mucha fuerza… He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia” (Salmo 33:16 y 18).

No debe ser contencioso.

¡Hay personas a las que les encanta discutir! Disfrutan dar la contra y estar en desacuerdo; les encanta argumentar con otros. Hay un tiempo y un lugar para comentar y discutir las ideas, pero el machacar y criticar ferozmente a otros con ataques verbales es totalmente inapropiado para un hombre piadoso. En 1 Timoteo 6:20 y en 2 Timoteo 2:16, se nos dice que debemos evitar “profanas y vanas palabrerías” que conducen más y más a la impiedad. Pregunta a cualquier esposa y te dirá que el encontrarle faltas o defectos a todo y el ser contencioso no eran virtudes que ella buscaba que tuviera su marido.

No debe ser amante del dinero ni de los bienes materiales.

“Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre” (1 Timoteo 6:6-11).

No debe ser egoísta.

En estos días es difícil encontrar líderes que sean siervos. Todos quieren ser el “mandamás” pero nadie quiere lavar los inodoros. Jesús dijo: “Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve” (Lucas 22:25-26). Cristo, como nuestro ejemplo, nos enseñó a ser desinteresados, no egoístas. Únicamente conforme nos vaciamos de nosotros mismos es que somos llenados de su Espíritu. Debemos estimar a los demás como superiores a nosotros mismos (Filipenses 2:3). ¡Dios, danos hombres! Obviamente, podríamos extender este estudio para incluir todo rasgo de carácter conocido de la raza humana, pero los pocos mencionados arriba son fundamentales. Para tener una sociedad funcional, debemos, por necesidad, tener hombres que no teman liderar. Ellos deben estar dispuestos a reclamar los roles apropiados dados por Dios, y dejar de delegarlos a las mujeres del país. Las mujeres deben ser llamadas únicamente a llenar los lugares propios de la mujer, no debe esperarse que además tengan que hacer el trabajo que le corresponde hacer al hombre.

Como lo dijo J.C. Ryle en su libro, Pensamientos para Jóvenes Varones: “Lo que los jóvenes varones lleguen a ser, con toda probabilidad dependerá de lo que son ahora, y no obstante parece que fácilmente olvidan esto. La juventud es la semilla de la edad adulta, es la temporada para ser moldeado en el breve espacio de la vida humana, es el momento decisivo en que se define lo que será la historia del hombre.”

Ahora es el tiempo para comenzar a entrenarnos para el futuro. No puedes esperar hasta estar casado para comenzar. No importa la edad, el joven varón debe comenzar a andar en esos rasgos de carácter que lo dirigirán en los años por venir. Siguiendo el ejemplo de nuestro Señor, debemos crecer “en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (Lucas 2:52).

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Israel Wayne es, un graduado de la escuela en el hogar y un padre que educa a sus hijos en el hogar. También es el Director de Mercadotecnia de Wisdom’s Gate. Es autor de los libros, Educando en el Hogar desde una Perspectiva Bíblica y Lo Que Dios ha Unido. Frecuentemente comparte la palabra en convenciones para educadores en el hogar.

Israel y su esposa, Hope, fueron ambos educados en el hogar y también están educando en el hogar a sus 5 hijos. http://www.wisdomsgate.org

Author: El Hogar Educador

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