Enseñemos Lo Que Es Verdad
Por Arturo Dappen
En la escuela los niños aprenden a manejar los símbolos de comunicación que se llaman “palabras”. Aprenden a leer y escribir. Desgraciadamente no aprenden a discernir entre la verdad y la mentira. Mucho de lo que leen es mentira.
Es importante leer y escribir, pero ninguna materia académica es tan importante como aprender a discernir entre la verdad y la mentira. Cualquier programa de entrenamiento para los hijos debe usar solamente fuentes de información verídica. La información no verídica debe evitarse estrictamente.
Jesucristo es la mejor fuente de información verídica. El dijo: “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.” (Juan 18:37.) El que escoge la verdad está siguiendo a Cristo.
La Creación es real
La diferencia entre la verdad y la mentira corresponde exactamente a la diferencia entre lo que realmente existe y lo que no existe. Las cosas reales existen porque Dios les dio existencia. Somos “testigos verdaderos” cuando nuestras palabras expresan lo que es real. Todo lo que es real llamamos la “realidad”.
En el principio Dios creó todas las cosas, visibles e invisibles: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos, y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.” (Colosenses 1:16.)
Dios usa estas cosas reales para comunicarse con los hombres. El creó todas las cosas que realmente hay; algunas de las cuales son visibles y algunas invisibles. Después, Adán dio nombres a los animales. (Génesis 2:19.) Es decir, inventó “símbolos” para las cosas reales que miraba. Cada nombre es un símbolo. Esos símbolos se llaman “palabras”. Los hombres pueden hablar “palabras” que expresan las cosas que realmente existen. Dios le dio a Adán la capacidad de usar palabras.
La verdad
La verdad es la descripción de la realidad. Cuando las palabras describen las cosas que fueron creadas, y las describen correctamente, decimos que esa descripción es “verdad”. La Palabra de Dios es verdad porque hombres de Dios fueron inspirados por el Espíritu de Dios para escribir palabras que correctamente expresan las realidades visibles e invisibles. El Espíritu nunca habla palabras que representan cosas irreales, personas irreales o eventos irreales. Dios no habla mentiras. “Es imposible que Dios mienta.” (Hebreos 6:18.)
La mentira
Una mentira consiste en usar símbolos para representar algo que no existe. Hay una diferencia enorme (tan grande como la diferencia entre luz y oscuridad) entre las cosas que realmente existen (porque fueron creadas por Dios) y las cosas que no existen, pero solamente tienen una apariencia de existencia porque algún hombre las imaginó y les dio forma visible en palabras o en un dibujo o en una escultura.
Los hombres son mentirosos cuando inventan palabras para cosas que no existen. Los hombres imaginan personas irreales y eventos irreales, lo expresan en palabras, y así inventan cuentos, novelas, fábulas, y mitos. Aarón inventó el becerro de oro. (Éxodo 32.) La figura del becerro no tenía nada que ver con el Dios Jehová, quien había librado a los israelitas de su esclavitud en Egipto. Los pensamientos de Aarón no estaban de acuerdo con lo que realmente había sucedido.
Todo relato no verídico se llama “ficción”. La ficción consiste en la simbolización (con palabras o figuras) de imaginaciones irreales. Los que componen cuentos de ficción están haciendo lo mismo que hizo Aarón. La ficción es mentira.
Hay cosas reales, pero invisibles
Todo lo que Dios creó es real, pero la mayor parte es invisible. Algunas cosas son invisibles porque son demasiado pequeñas o están demasiado lejos. Los microbios eran desconocidos por miles de años hasta que se inventó el microscopio. Las galaxias lejanas eran desconocidas hasta que se inventó el telescopio. Aun así, todavía hay cosas más pequeñas que no son visibles con los microscopios más poderosos, y hay objetos tan lejanos que no son visibles con los telescopios más grandes. Por ejemplo, los átomos no son visibles.
Algunas cosas son invisibles porque otra cosa las está bloqueando y ocultando. El lado opuesto de la luna fue observado por primera vez hace pocos años. Se puede coger una piedra en la mano, pero no ver su interior. Cuando se ve a alguien, no se ve su corazón ni su sangre. Lo que se ve es solamente un cascarón exterior de lo que realmente existe.
Otras cosas son invisibles porque no afectan los rayos de luz de tal manera que nuestros ojos las puedan detectar. Por ejemplo, los pensamientos de una persona realmente existen, pero son invisibles porque los pensamientos y la luz no obran entre sí. El olor del zorrillo no es visible porque no reacciona con la luz. No se puede ver el voltaje eléctrico en los cables que están sobre nuestras cabezas. La fuerza que emite un imán no se ve, pero es suficiente para mover objetos de hierro. El viento es invisible. También Dios y los espíritus son invisibles.
La mayor parte del mundo se compone de cosas invisibles, y reconocemos que son tan reales como las cosas que podemos ver. De hecho, el conocimiento de las cosas invisibles nos permite “vivir por fe” porque “Es pues la fe la… convicción de lo que no se ve”. (Hebreos 11:1.)
Hay cosas visibles, pero irreales
Cada día vemos muchas cosas visibles que no son reales. No me refiero a los símbolos de cosas reales, tales como la palabra “SILLA”, un dibujo de Benito Juárez, o la celebración de la pascua (que simbolizaba la salida del pueblo israelita de Egipto). Me refiero a palabras, dibujos o celebraciones que representan personas y eventos que no son reales ahora, y nunca han existido.
Las apariencias no verdaderas se usan con gran éxito para engañar. Durante la Segunda Guerra Mundial vistieron a un muerto con el uniforme de un oficial de alto rango, y le esposaron un portafolio que contenía documentos supuestamente secretos. Lo dejaron flotando en el mar donde una lancha del enemigo lo encontrara. Pronto se descubrió el cadáver, se abrió el portafolio, se creyeron los documentos. Consecuentemente el ejército enemigo se movió para defenderse del supuesto ataque. En realidad su ejército se movió más lejos del ataque real. El ataque que fue descrito en los documentos era un fraude y ni siquiera existía. Las apariencias mentirosas confundieron al enemigo.
Creo que todos ustedes están de acuerdo en que Mickey Mouse (el Ratón Mickey de las caricaturas) es muy visible, pero no real. En Disneylandia una persona se viste de Mickey Mouse con todo y cabeza de ratón, pero esa persona realmente no se llama Mickey Mouse. Tiene otro nombre. No existe ninguna persona real en todo el universo que se llame Mickey Mouse, quien es un ratón vestido de ropa y quien puede hablar como un hombre.
Mi querido amigo, ¿cómo clasifica usted esa imagen visible (pero no real) de Mickey Mouse? ¿Acepta usted la clasificación de Picasso: que Mickey es una mentira que conduce a la verdad? ¿O acepta usted la clasificación de Dios: que Mickey es una imaginación que procede del malvado corazón de los hombres? ¿O desestima usted el peligro de la mentira de Mickey Mouse porque usted cree que no pasa de ser una caricatura inocente que no hace daño a nadie? Si así es, usted ha aceptado una mentira con disfraz de caricatura. )Cuántas otras mentiras ha aceptado usted en su vida porque llevan un disfraz de otra cosa?
¿No se da cuenta usted de que las imágenes no reales fueron diseñadas para engañar, ocultar y confundir, y no para iluminar? Mickey Mouse fue diseñado para hacer la misma cosa que hacía el oficial muerto que flotaba en el mar: para hacer a la gente pensar en lo que NO ES, en vez de pensar en lo que ES.
Cómo cancelar las mentiras
David escogió una piedra lisa, y con ella neutralizó y canceló todas las armas de Goliat. Usted también “escogerá una piedra lisa” y podrá cancelar las armas de Satanás cuando usted se dé cuenta de que una mentira es una mentira, sin importar el nombre que se le da.
Ya que usted entienda firmemente que “Ninguna mentira procede de la verdad”, usted podrá reconocer y vencer la entera maestranza satánica de dardos disfrazados: mentiras disfrazadas como caricaturas; mentiras disfrazadas como ciencia; mentiras disfrazadas como literatura clásica, mentiras disfrazadas como libros de mayor venta; mentiras disfrazadas como requisitos para poder graduarse; mentiras disfrazadas como una canción favorita; mentiras disfrazadas como astucia comercial; mentiras disfrazadas como leyes; mentiras disfrazadas con maquillaje; mentiras disfrazadas como entretenimiento familiar; mentiras disfrazadas como estadísticas; mentiras disfrazadas como progreso; mentiras disfrazadas como patriotismo; mentiras disfrazadas como seguridad nacional; mentiras disfrazadas como informes noticiosos; mentiras disfrazadas como política; mentiras disfrazadas como chistes; mentiras disfrazadas como juegos; mentiras disfrazadas como crédito; mentiras disfrazadas como riquezas; mentiras disfrazadas como primeras prioridades; mentiras disfrazadas como nuestros “derechos”; y aun mentiras disfrazadas como teología ortodoxa. La lista de disfraces continúa sin fin. La imaginación humana envuelve todas las mentiras con paquetes hermosos.
Nuestra tarea como discípulos de Jesús es descubrir y derribar todas las mentiras que nuestras vidas han aceptado y acomodado. De aquí en adelante tenemos que aprender a amar a Dios y obedecer su voluntad en vez de seguir la imaginación de algún hombre, llámese Arte o Mickey Mouse o Educación o Baal. Cada símbolo ficticio hace que la mente humana se aleje más de lo que es real, de lo que es verdad, y de lo que proviene de Dios.
La ficción y la fantasía no son neutrales. Son herramientas de decepción. Es un pecado serio crear universos no verdaderos, personajes imaginarios y eventos no reales. Esto no es seguir el ejemplo de Cristo y los apóstoles. Falsificar la realidad es dar falso testimonio. Los cristianos deben ser verdaderos testigos de lo que Dios ha hecho, no ejecutantes de vanas imaginaciones.
Estudiar la realidad para conocer la verdad
Las historias verídicas son la base de la verdad. La Biblia es un documento histórico: una compilación de historias verídicas. Los relatos verídicos, escritos por gente de confianza, constituyen el método que Dios estableció para conocer la verdad. Una historia verídica es un relato de los eventos que realmente sucedieron en el mundo real. Puede escribirse por los testigos oculares, o por otros quienes preservan fielmente la información original.
Igualmente, el método científico moderno (el cual tuvo su origen en países cristianos) sigue el mismo procedimiento para conocer la verdad: El científico moderno lleva a cabo un experimento y registra la historia verídica de los eventos que realmente sucedieron en ese experimento. El estudio de historias verídicas conduce al conocimiento, a la sabiduría y a la fe en lo que realmente existe.
¿Qué ES lo que realmente existe? La manera de descubrirlo es estudiar historias verídicas. Las historias verídicas constituyen el método que Dios escogió para enseñarnos la verdad acerca de su divina persona y de nosotros mismos.
Dios es el autor de las historias verídicas. Dios (no la casualidad ni el caos) es el que decide cómo van a resultar las cosas. En realidad existe un juez supremo (a quien llamamos Dios) quien juzga cada uno de nuestros pensamientos y acciones, y quien nos da la recompensa conforme a su divino criterio. Nuestras acciones producen consecuencias, y en medio de esas consecuencias se ven la mente y la mano de Dios. La historia que se escribe correctamente es un simple registro de acciones y consecuencias. Podemos entendernos a nosotros mismos y a Dios por medio de las historias verídicas en la Biblia y en otros libros.
Esto no quiere decir que toda historia verídica es inspirada por Dios como la Biblia. Los autores de la Biblia fueron iluminados por el Espíritu de Dios en cuanto a cuáles eventos fueran registrados, cómo expresarlos, y por qué sucedieron. La diferencia entre la Biblia y otras historias verídicas es que la Biblia contiene una interpretación correcta de los eventos y explica la participación del Dios invisible.
Las parábolas de Jesús no fueron fábulas ficticias. Más bien fueron como expresiones de matemáticas. En las matemáticas, cada símbolo visible tiene un (y solamente un) significado. No hay nada ficticio. Cada número representa algo en el mundo real. Considere, por ejemplo, el número 10,926,745. El 6 representa seis millares, el 7 representa siete centenas, etc. Ningún otro dígito puede insertarse antes, después, o en medio de estos dígitos sin cambiar el significado del número. Una parábola correcta, como una expresión matemática, no puede admitir otros detalles adicionales, y cada detalle que se menciona contribuye a su significado total. No así las fábulas ficticias.
El enemigo principal de la verdad es la ficción. Una historia verídica no puede contener detalles ficticios (inventados). Tampoco puede un experimento científico contener detalles ficticios. Un pequeño detalle que no es verídico puede destruir el valor de un experimento o de un relato histórico. Lo que sucede en una historia ficticia no es el resultado del criterio divino, sino del criterio del autor. El autor de la ficción hace un perjuicio a los buscadores de la verdad porque describe universos falsos, los cuales (aunque parecen ser reales) no son gobernados por el criterio divino.
Lo que sucede en un relato ficticio no es lo que Dios decidió que va a suceder; es lo que el autor humano decide que va a suceder. Ninguna verdad se puede descubrir de esta manera. Así como un científico no puede fabricar resultados ficticios para su experimento, tampoco puede el cristiano escribir historias ficticias que ilustran lo que sucede en el mundo real. La única cosa que es VERDAD es lo que realmente sucedió, y no lo que pudiera haber sucedido.
Jesucristo nos llama para ser testigos de las cosas que realmente suceden. Los que inventan cuentos ficticios son falsos testigos. Una de las fuerzas motivadoras tras la idolatría es la ganancia monetaria. (Véase Hechos 19: 23-27.) Los libros ficticios se venden como pan caliente. Así también se venden las supuestas “biografías” que están llenas de detalles ficticios, descripciones inventadas, y palabras imaginadas que salen de la boca de personajes bíblicos o históricos.
¿Comprende usted la confusión que produce la mezcla de verdad y ficción? ¿Qué de bueno resultó cuando Aarón hizo el becerro de oro y “lo añadió” a la historia del éxodo, aseverando que el rescate de Egipto había sido efectuado por dioses como esos? Hay que admitir que esta adición imaginativa era más divertida y causó un gran avivamiento de interés entre la gente aburrida, pero al mismo tiempo amenazaba destruir el verdadero testimonio del poder libertador de Dios que se había revelado a través de un proceso muy largo. ¿Ve usted cómo un solo hombre imaginativo y creativo pudo corromper en 5 minutos un mensaje que duró 430 años en prepararse en Egipto? De la misma manera toda religión falsa tiene su principio por medio de añadir detalles ficticios a los relatos verídicos. La ficción es como un virus, diseñado por el enemigo para destruir la verdad en la tierra.
Padres, tengan mucho cuidado con los libros que utilizan la ficción para aumentar su atractivo. Evítenlos como si fueran ídolos. Promuevan un amor hacia la verdad en el corazón de sus hijos proveyéndoles historias verídicas (no las historias “conforme a la realidad”, sino las historias absolutamente verídicas). La ficción emocionante y la fantasía fascinante son como drogas estimulantes. Producen un hambre que las sencillas historias verídicas no pueden satisfacer. Ustedes están entrenando los gustos de sus hijos: no se puede darles una dieta de ficción y fantasía ahora, y esperar que después tengan hambre y sed de justicia. La ficción impresionante y conmovedora hace que la verdad parezca fastidiosa.
Lo que hizo la Evolución al pensamiento científico es igual a lo que hizo la Ficción al pensamiento literario. La Evolución y la Ficción están totalmente en contra de la Verdad, y conducen más y más a la impiedad. Lo que se llama “literatura clásica” de este mundo es indigno de la persona de Cristo, porque no es “verdadero, honesto, justo y puro” (Filipenses 4:8).
No es prudente enseñar a los niños que se deben añadir detalles falsos a un relato verídico para que sea más atractivo. Los niños así entrenados aprenderán a añadir detalles ficticios a sus propios escritos y observaciones del mundo para que sean más atractivos a los hombres. Tales escritos son indignos de confianza. Dios no podrá usar a tales personas para sus propósitos más altos. ¡Qué bueno que los escritores de los evangelios no escribían así!
¿Quieren ustedes que sus hijos aprendan a ser como los profetas de Dios o como los falsos profetas de la imaginación humana? Eso dependerá de la instrucción que ustedes les den. “Hijitos, guardaos de los ídolos.” (1 Juan 5:21.)
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