Aceptar la pertenencia: la diferencia entre encajar y pertenecer
Por Mike Richardson
La pertenencia es un deseo profundo que Dios ha puesto dentro de cada uno de nosotros. Anhelamos conexión y aceptación, deseando ser parte de la familia de Dios y Su Reino. En un mundo que a menudo promueve la conformidad y el encajar con él, estamos llamados a destacar y pertenecer verdaderamente al cuerpo de Cristo.
Encajar requiere que comprometamos nuestros valores y creencias para ser aceptados por el mundo. Es posible que nos sintamos presionados a ajustarnos a las normas y expectativas sociales, incluso si eso significa desviarnos de nuestra fe. Pero como cristianos, estamos llamados a ser apartados y a vivir según la Palabra de Dios, incluso si eso significa enfrentar el rechazo del mundo.
Cuando verdaderamente pertenecemos al cuerpo de Cristo, somos aceptados por lo que somos en Él. Encontramos nuestra identidad y propósito en Cristo, sabiendo que somos amados y aceptados incondicionalmente por nuestro Padre Celestial. Podemos ser auténticos y vulnerables, expresando nuestro verdadero yo sin temor a ser juzgados o rechazados, sabiendo que somos valorados por nuestros dones y talentos únicos.
Pertenecer al cuerpo de Cristo se trata de formar conexiones genuinas con nuestros hermanos y hermanas en Cristo, basadas en el amor y la aceptación mutuos. Se trata de crear una comunidad donde todos sientan que tienen un lugar y un propósito en el Reino de Dios. Se trata de celebrar la diversidad de la creación de Dios y valorar a cada individuo por el papel único que desempeña en la edificación del cuerpo de Cristo.
Como cristianos, estamos llamados a crear una cultura de pertenencia en nuestras iglesias, nuestras comunidades y nuestros lugares de trabajo. Estamos llamados a ser una luz en la oscuridad, mostrando el amor y la aceptación de Dios a todos los que buscan un lugar al que pertenecer. Esforcémonos por crear espacios donde todos se sientan parte de algo más grande que ellos mismos, donde todos se sientan valorados y aceptados por quienes son en Cristo.
Pertenecer no es sólo un deseo, es una necesidad para nuestro bienestar y crecimiento espiritual. Cuando sentimos que verdaderamente pertenecemos al cuerpo de Cristo, es más probable que prosperemos y crezcamos en nuestra fe. Así que prioricemos la creación de una cultura de pertenencia en todos los ámbitos de nuestras vidas, para que todos tengan la oportunidad de experimentar el amor y la aceptación de Dios en comunidad con sus hermanos y hermanas en Cristo.
Seamos intencionales a la hora de aceptar la pertenencia, tanto en nuestra vida personal como en las comunidades de las que formamos parte. Busquemos construir relaciones basadas en el amor, la aceptación y la autenticidad, reflejando el amor que Dios tiene por cada uno de nosotros. Que seamos un faro de luz y esperanza para aquellos que buscan un lugar dónde pertenecer, mostrándoles el amor incondicional y la aceptación que se encuentra en Cristo. Juntos, creemos una cultura de pertenencia que refleje el corazón de Dios y dé gloria a Su nombre.
Leave a Reply