Planear actividades
Sheryl Kramer
Las siguientes pautas le ayudarán a planear actividades para sus pequeñines que les darán un fundamento para el aprendizaje académico.
Necesitamos ser realistas en educar a nuestros pre-escolares en el hogar. Cualquier madre que haya intentado prematuramente enseñar a su hijito a “avisar” reconoce el peligro de forzar, engatusar y empujar a un niño a adoptar una conducta o una habilidad que en la práctica él no es capaz de realizar en ese momento.
¿Qué es lo que realmente necesitan los pre-escolares?
Los pre-escolares necesitan escuchar muchas historias. Necesitan oír a Papá y a Mamá leer la Biblia, historias bíblicas, libros de alfabeto, libros de historias ilustradas, y cualquier libro bueno que ustedes logren conseguir.
Los pre-escolares necesitan ver el alfabeto y los números. Pueden aprender a identificarlos, a decir o cantar el alfabeto, y a recitar los números en orden.
Los pre-escolares necesitan dibujar, escribir, colorear, pintar, pegar y recortar cosas. Necesitan practicar el uso de plumas, lápices, colores y marcadores. Pueden intentar colorear dentro de las líneas, si se les proveen las líneas. Pueden intentar dibujar figuras y contar el número de figuras que han dibujado.
Los pre-escolares necesitan armar rompecabezas — muchos. Tengan siempre una buena existencia de rompecabezas estimulantes.
Los pre-escolares necesitan amoldar masa y arcilla. Permítales crear fideos y tallarines, salchichas, monos de nieve, y chícharos.
Los pre-escolares necesitan aprender a responsabilizarse de una parte de sus propios cuidados. Deben estar aprendiendo hábitos de independencia en el uso del sanitario y del baño, y a vestirse solos. Deben mantener limpios y ordenados su recámara, cajones del buró, closets y repisas. Pueden asumir responsabilidades en la casa tales como poner la mesa y doblar la ropa. Y permita que ellos la sigan a usted y le “ayuden” con lo que usted esté haciendo.
Los pre-escolares también necesitan jugar. Necesitan jugar con sus hermanos, pero también solos. Déles tiempo que ocupar de una manera constructiva, y verifique que estén haciendo precisamente eso.
Los niños que dominan estas actividades en sus años pre-escolares estarán bien preparados para enfrentar nuevos retos en el kínder.
Estar cerca. Asegúrate de pasar tiempo a solas con tu esposa. Encuentren otra familia que educa en el hogar y alternen con ellos de vez en cuando;
cuiden a sus hijos mientras ellos salen solos, y luego permitan que ellos cuiden a los de ustedes.
Den la vuelta caminando por un centro comercial. Hablen un poco de los niños, pero también traten de cultivar otros intereses juntos. Esto puede requerir de algo de trabajo y esfuerzo, pero es una de las mejores cosas que puedes hacer por tu matrimonio y tu familia, tanto ahora como en el futuro.
Ser espiritual. El hombre también necesita que su propia relación con Dios se mantenga sana y en crecimiento. No permitas que tu vida devocional sufra menoscabo. Levántate temprano diariamente, con tiempo suficiente para orar por cada miembro de la familia, y pide sabiduría y dirección para ti mismo. Esta es una verdadera responsabilidad dada por Dios, pero de todas las cosas que pudieras hacer, ésta es una de las que mayor provecho y satisfacción te traerán.
Ser maestro. Dando una clase por semana a sus hijos, un padre puede quitarle algo de la carga docente a su esposa. Esto le permitirá experimentar lo que realmente es la educación en el hogar. También proveerá un tiempo de calidad, estructurado, para pasar con sus hijos y mostrarles que para él ellos valen los más preciado para él — ¡su tiempo! Les dará también un ejemplo piadoso a ellos al convertirse gradualmente en adultos. Además, puede ser muy agradable y provechoso para el padre.
El mayor problema que enfrenta el padre en enseñar a sus hijos es el tiempo. Dios no agrega horas adicionales al día cuando decides educar en el hogar, así que ¡tienes que prescindir de algo! Si tratas de agregar unas cuantas horas por semana para preparar e impartir una clase, pero no eliminas alguna otra cosa de tu horario, ¡no va a ser una experiencia agradable!
Los hombres frecuentemente tienen expectativas muy altas para sus hijos. Debido a su crianza y a la sociedad, los hombres frecuentemente no son tan prontos como las mujeres para mostrar amor, entusiasmo, comprensión y aceptación. Estas tendencias se agudizan cuando el hombre se encuentra en una carrera contra el tiempo, tratando de abarcar determinado número de páginas en X número de minutos. Por tanto, para ser efectivo como maestro, es necesario contar con una cantidad adecuada de tiempo. ¿De dónde va a salir?
Probablemente no lo podrás tomar de tu trabajo. Además, hay un mínimo de cosas indispensables por hacer en la casa. El tiempo, pues, deberá venir de otra parte. Quedan dos áreas: tu esposa y tú mismo. Desafortunadamente, muchos hombres que participan en la enseñanza de sus hijos toman el tiempo del tiempo que pasarían con sus esposas. De allí no se debe tomar. Esa relación lo que necesita es más tiempo.
Ser desprendido. La única área que queda de donde puede tomarse el tiempo es de tus propios pasatiempos y áreas de interés, por lo menos entre tanto que los niños llegan a la edad de poder compartir esas actividades contigo. Tú sabes que cuando hay una compra que realmente quieres hacer, generalmente encuentras el dinero de alguna forma. Lo mismo sucede con tu tiempo.
Ser entusiasta. Escoge una materia que te agrada impartir. (Tu esposa no tiene ese privilegio; ella tiene que impartirlas todas.) Estarás más motivado a hacerlo. Puede ser matemáticas, ciencias, computación, carpintería, cocina, etc. Si te agrada a ti, será mucho más fácil tanto para ti como para los niños.
Ser sensible. Ten presente que más importante que los datos de la materia es tu relación con tus hijos, y ayudarles a llegar a ser los adultos cristianos y maduros que deseas que sean. No permitas que la materia que enseñas interfiera con una buena relación sólida entre tú y ellos. Haz de esto el principal objetivo de tu clase. Se requerirá de algunos ajustes, ¡pero las recompensas son increíbles!
Para las Esposas…
Permítanme decirles algo a las esposas que lean esto y digan, “¡Mi esposo jamás hará eso!”
No te auto-compadezcas ni tengas amargura. No envidies a otras esposas. Dios te dio a tu marido. Ora por él en forma regular y constante. Nunca lo culpes, ni lo compares, ni lo fastidies. A ti no te gusta, y a él tampoco. Eso es contraproducente. ¡Ve con Dios, y pídele a él que supla tu necesidad! Acepta a tu esposo tal como es. Concéntrate en sus cualidades. Recuerda, y aun apunta, todo lo que admiras y amas de él. Sé paciente con él, como quieres que él sea contigo.
Pídele gracia a Dios para vivir y funcionar un día a la vez; no te adelantes mucho al futuro. No hable con otros acerca de tus problemas o acerca de tu esposo; particularmente no hables de él en una manera negativa a tus hijos. Habla sólo con Dios. No hagas nada que dé a tus hijos un concepto más bajo de tu esposo.
Dios ha prometido no darte nada que no puedas soportar con la ayuda de él (I Cor. 10:13), que todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios (Romanos 8:28), y que su gracia es suficiente para todo lo que tú enfrentes (Filipenses 4:11-13; II Corintios 12:7-10). Memoriza estos versículos, y permite que Dios use esto para acercarte más a él.
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